Los hábitos mentales entre cuatro paredes
Las cuatro paredes que ha traído el confinamiento nos han situado frente a nuestros hábitos mentales. Esas paredes, aparentemente, carentes de conciencia han sido un detonador
Antes, cuando el movimiento era una posibilidad, los hábitos no tenían una frontera que los volviera visibles, a la manera en que un revelador fotográfico le da forma a la luz que impresionó el papel (a través del diafragma de la cámara). Los hábitos nos permiten vivir desde la fórmula y nos posibilitan respuesta eficaces y rápidas porque están ligados a lo instintivo, sin embargo nos alejan de lo que somos y nos afirman en lo que creemos o deberíamos ser. El hábito es supervivencia, repetición , patrón, más de lo mismo, en definitiva ausencia de creatividad, de asombro, de sorpresa y de aprendizaje vital. Honro al hábito porque surgió como respuesta adaptativa a aquella situación de miedo que la niña no podía afrontar más que emprendiendo la fuga por el pasillo de su casa, para alejarse de la violencia verbal de aquel hombre adulto que se habituó, a su vez, a unos patrones que le habían legado y, nunca miró con lupa, los aceptó incondicionalmente. Esa respuesta de huída ocurrió en aquel lugar y en aquel tiempo y siguió repitiéndose, entre una niña y un adulto, para acabar instalándose como respuesta adaptativa o hábito. Claro que los escenarios cambiaron, dejó de ser el pasillo de aquella casa y los adultos fueron otros, sin embargo la niña no renovó su respuesta ante hechos iguales o similares. Por repetición aquel hábito mudó en cárcel y devino barrotes, detrás de los cuales estoy encarcelada. Soy consciente de cocerme en mis propios hábitos, en esas respuestas habituales que censuran la posibilidad de responder desde otro espacio psíquico que no sea el del miedo ante ciertos estímulos. En el cambiante escenario de la vida, van apareciendo esas cuatro paredes invisibles que restringen la libre circulación del hábito; en este momento de confinamiento las cuatro paredes son de una contundencia oceánica y, pareciendo obstáculos, son membranas permeables por las que crecer, quitar el velo y desnudar al hábito para ver qué porción de posibilidades de vida nos está censurando/robando. Son días en que hay miedo y es natural como respuesta instintiva a preservar la vida, pero además hay propagada que difunde miedo. Quizás sea el momento, aprovechando que las cuatro paredes pueden devolvernos una imagen clara y nítida del hábito encarcelador, que hay otra respuesta a las situaciones que es novedosa y presencial y no aprendida. El miedo lo conocemos, reduce y angustia, la conciencia abre espacios y libera. Saber no es suficiente, aunque es el primer paso. Atender los pensamientos y las emociones por medio de técnicas de meditación, pone en nuestras manos poderosas herramientas y experiencias que constatan que el miedo es una infinitésima fracción de respuesta ante cualquier evento, existen posibilidades mucho más ricas y sustanciosas. Elijamos, entonces, un campo visual amplio, hecho de agregar fracciones de conciencia frente a una estrecha ranura que por su delgadez distorsiona la percepción de la realidad.